Un pequeño homenaje a los periodistas deportivos, con título o sin él, pero que sacrifican fines de semana, feriados, con lluvia o calor y sufriendo siempre la queja de algún desmemoriado, que siempre te hace hincha de su rival, Feliz Día a todos los colegas y comparto algo que encontré por ahí.
Debo ser sincero, la génesis de todo fueron los juegos, lo lúdico de la infancia, pero la revelación la tuve cuando sentado en un baldío miraba interesado las tajadas de la pelota… Ese habrá sido mi primer estudio. Después como todo niño me llevaron de la mano a ver un partido en serio de futbol. Ahí escuché una radio portátil, pero antes, sin saber leer, “relojeaba” la hoja del diario del señor de al lado. Yo quería mirar las fotos de los jugadores. Cuando aprendí a leer no me perdía las páginas deportivas del periódico que traía mi hermano mayor y las infaltables revistas del deporte argentino.
Amaba a los relatores de futbol, por cómo me dibujaban el partido en el teatro de mi mente. Los comentaristas me parecían más fríos y lógicos, ante las fantasías que rondaban mi cabeza.
De chico probé jugar a deportes como el basquetbol, el handball y el atletismo en el colegio y en la época de la natación. También me mostraron el boxeo y me exitaba el coraje y el carácter de los púgiles, aunque me molestaba el humo del cigarrillo…
Así fui creciendo hasta abrazar una profesión; más que nada una vocación que se me metió en el corazón.
Como les pasa a todos, hubo momentos de sacrificio, de hambre y de dolor. No fue fácil dar los primeros pasos. Una máquina de escribir, los nervios traicioneros del micrófono, el pánico escénico de una cámara de televisión. Eso sí, tuve grandes maestros, aunque la verdadera universidad fueron la vida y la calle.
Ver de cerca el esfuerzo, la vitalidad en su máxima expresión de los atletas con sus músculos en tensión y sus mentes concentradas, me dieron la real dimensión de que en esta profesión estábamos para narrar las hazañas y describir las proezas. Ética, moral, objetividad y honestidad, las fuimos aprendiendo sobre la marcha, gracias a los ejemplos de la gente de bien.
Cuando se instituyó el Día del Periodista Deportivo, me sorprendí, porque mi vida giró alrededor de este trabajo que comenzó siendo un juego. No pensaba que alguien podía acordarse de nosotros. Así como el periodismo es un apostolado de la verdad, el deporte es el reflejo de la vida, el alma de los espíritus que dejan todo, para que nosotros seamos los juglares de cada acontecimiento.
Yo elegí ser periodista deportivo y no me quejo; por el contrario, porque si alguna lagrima derramé, la escondí detrás de alguna amargura porque al final fui y soy feliz por haber elegido este estilo de vida.
Si amas esta profesión, si sientes mariposas en tu estómago antes de un partido de futbol, si hueles la adrenalina de los atletas dejándolo todo, si te imaginas morir escudriñando ya de viejo, acontecimientos deportivos, entonces eres periodista deportivo para toda la vida…. Por eso, estimado colega, ¡¡¡Feliz día!!!
El poeta del fútbol
Fuente: jujuyalmomento