El equipo de Gallardo se recuperó, jugó con seriedad e intensidad y goleó a Godoy Cruz en Mendoza. Dos de Pratto, uno de Borré y el debut con festejo de Matías Suárez para una noche completa.
Y una noche, reapareció River. Se despertó. Cortó con la fiesta en medio del recuerdo inolvidable por la Libertadores. Terminó con la seguidilla de derrotas en la Superliga. Se sacudió la modorra. Recuperó energías.
Mentalidad, determinación, solidaridad, pase al compañero, concentración, hambre y la cuota de fortuna que siempre se necesitan confluyeron para que el equipo de Gallardo se plantara como un equipo de Gallardo en una cancha por primera vez después de un 2018 que jamás olvidará.
Pasó de este tiro libre de Andrada al 1-0 en minutos, un 1-0 que abrió el partido a partir de la presión de River y el riesgo de Godoy Cruz en lugares indebidos. Tres minutos pasaron entre la pelota parada en el palo de Armani y el pase de Palacios y la definición de Pratto.
Desde ahí, todo fue de River. Y más todavía después del 2-0 de un incontenible Borré (justo antes le anularon mal un gol) y de la expulsión de Cardona por esta patada en la cabeza a Montiel. Gallardo decidió poner nuevamente a los titulares, una formación que incluyó a todos campeones de América. Y River fue el que quiere el entrenador desde la postura seria que mostró de principio a fin.
Con actuaciones individuales sin fisuras, le hizo cuatro goles a un Godoy Cruz que asimila el cambio de entrenador pero ya sufrió dos derrotas y visita la Bombonera. River le hizo cuatro goles y pudieron ser más. Pero la frutilla de la goleada fue el golazo que metió Matías Suárez la noche de su debut.
Pero claro, este no debe ser más que el inicio y eso planteó Gallardo apenas finalizado el partido. Y Vélez es una prueba hermosa en ese sentido…
Fuente: Olé
