Con un cabezazo de Lisandro López, Boca le ganó a Argentinos y es finalista de la Copa Superliga. En un partido parejo, volvió a cerrar su arco y va por otro título, el domingo ante Tigre.
Y Boca es finalista nomás. De manera merecida llega a la definición de esta flamante Copa Superliga después de una serie durísima ante Argentinos. El cabezazo de Lisandro López, en el segundo tiempo, le dio esta oportunidad de definir ante Tigre. Justo a tiempo rompió la sequía goleadora y mantuvo su arco cerrado a pesar de oportunidades claras que tuvo el Bicho.
El aclamado Deportivo Ganar Siempre, refrescado por Gustavo Alfaro en la previa, sella esta nueva final para el Xeneize. Que de alguna manera ganó a lo Boca, como les gusta jactarse a sus hinchas. Porque sufrió de entrada por el ímpetu y la capacidad de un Argentinos valiente, que salió a plantarse en la Bombonera. Pero después de aquel cabezazo-hombrazo alto de Hauche, en el amanecer de la revancha, Boca emparejó el desarrollo y empezó a llegar con peligro también.
Y si Pavón no estuviera como está y si Benedetto estuviera en modo Pipa killer podría haber cerrado antes el acceso al último partido. Kichán controló largo una pelota y favoreció la atajada de Chaves, y el propio arquero respiró cuando el 9 la tiró afuera, solito y solo, luego del choque entre Torrén y Quintana. La parte inicial, además de esas acciones, se cerró con un despilfarro de Spinelli cuando quedó de frente a Andrada y buscó habilitar a Batallini.
Fue entre los ocho y los diez minutos de la parte final cuando se definió esta historia. Porque a la evitable y justa expulsión del joven Romero, siguió el cambio lógico de Dabove (Montero por Spinelli, amonestado) y el gol de Licha López con un cabeza y presencia de manual. Un desahogo en medio de una semifinal absolutamente cerrada.
Una semifinal que mantuvo la intriga hasta el final. Con uno más, Boca no logró una supremacía clara y -paradójicamente- se sacó de encima el asedio de Argentinos cuando Marcone fue expulsado por un planchazo abajo a Francis Mac Allister. La quinta amonestación de Nández le saca al equipo el doble cinco para la finalísima.
Llegó el final y la explosión de la Bombonera, que se mezcló con el festejo medido de los jugadores, cansados tras el esfuerzo. Cansados y felices porque están en la antesala del segundo título en un semestre de reconstrucción en todo sentido…
Fuente: Olé
